Hace un tiempo probé esta receta que hace muchos años hacía mi abuela, pero que fuimos dejando de realizar, seguramente a partir de que se hacía cada vez más difícil conseguir las hojas de la remolacha, que generalmente están viejas o directamente se vende la raíz sola. Es muy parecida a la tortilla de acelga, pero un poco más dulzona. Para tener una idea, el plato de la foto la hice con un atado grande de remolachas.
Lo primero que hay que hacer es preparar las hojas, debemos cortarle el tallo (es bastante duro) y blanquearla (ponemos agua a hervir, una vez que llega a ese punto tiramos las hojas dentro, mezclamos para que se ablanden parejo y en menos de un minuto las sacamos y las llevamos a agua bien fría, para que no se siga cocinando). Las exprimimos muy bien y las picamos sin mucha dedicación.
Ponemos a saltear cebolla y una vez que está le agregamos las hojas picadas, subimos el fuego y revolvemos unos minutos para fusionar los sabores.
Dejamos enfriar, condimentamos con sal, pimienta, nuez moscada y, opcional, queso rallado. Agregamos dos huevos, o los que san necesarios.
Calentamos la sartén, agregamos un chorrito de aceite o, corriendo del fuego, rocío vegetal, bajamos el fuego, agregamos la mescla y cocinamos de un lado hasta que se forme una capa dorada, lo damos vuelta con ayuda de alguna superficie plana (tapa de olla, plato, etc.) y hacemos lo mismo con el otro.
Como ven, una receta realmente simple y rica, que nos permite abrir el abanico de posibilidades para sumar verduras a nuestra dieta y, sobre todo, utilizar otra parte de la planta que por lo menos yo desperdiciaba 8algo que ahora miro para atrás y lamento mucho).
tortilla de remolacha |
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