Tarta cebolla |
Hola, el otro día me di cuenta que nunca había subido la nota de este plato, que en la entrada anterior la daba por sabida. Se ve que se mezcló. La equivocación surge de porque era una de las primeras recetas que quería publicar no sólo por su facilidad, sino porque la cebolla y el queso derretido es uno de los rellenos que más me gusta.
Como dijimos, su realización es muy simple. Primero cortamos la cebolla: la abrimos al medio y realizamos cortes (horizontales o verticales, es lo mismo); las separamos con las manos pero sin demasiado esfuerzo (después también se separa mientras revolvemos).
Se pone en una olla que previamente cubrimos con rocío vegetal y condimentamos: sal, aceite (muy poco) pimienta (bastante) y mucho orégano (ideal, fresco; quitarlo luego de la cocción). Arrojamos chorrito de agua y, con las manos mojadas, mesclamos todo.
Lo interesante es que no se saltea la cebolla con aceite, sino que se trata de una forma de cocción intermedia, entre eso y un hervor, por lo que más sana que de la otra manera.
Se lo deja en un fuego muy lento y se lo va revolviendo cada tanto para que no se pegue. Va ir ablandando y cambiando el color, para saber cuándo sacarlo -si bien con el tiempo se hace a ojo- podemos probarlo o aplastarla con un tenedor y ver al resistencia.
Dejamos enfriar y luego lo mesclamos con el queso que se derrita. (calcúlenle el doble de queso).
Lo llevamos a un horno precalentado hasta que dore la masa. Así de simple, pero muy sabroso, con un dulzón increíble.
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