Hígado encebollado |
Se comienza saltando cebolla cortada en "uña" (sólo se corta al medio y luego en rodajas, por la mismas composición en capas se pueden separar con las manos, abajo hay una foto): se pone a calentar un sartén a fuego máximo, cuando está bien caliente, se agrega aceite ( preferentemente de oliva; mejor aún rocío vegetal), cuando este alcanza temperatura, se pone al mínimo y se tira la verdura y se la sala.
Cuando la cebolla ya está dorada (blanda y amarronada, con ese sabor dulzón característico), se echa el hígado cortado en cubos pequeños (el tamaño depende del gusto de cada uno, lo importante es tratar de que sean parejos), se sube la temperatura y se vuelve a salar.
Cuando ya cambian de color (por dentro están crudos), se puede echar un poco de vino blanco, así se levanta todo el gusto e la cebolla (el alcohol se evaporará por completo). Si se prefiere, se puede usar un poco de caldo pero no será lo mismo. A partir de este momento se puede agregar u poco de pimienta, que es ideal para esta receta.
El líquido hervirá y terminará de cocer la carne. Para darnos cuenta de eso, sólo debemos abrir uno de los cubos para ver que no esté crudo por dentro y probarlo. Lo importante es que no nos quede seco, esta es la razón por la cual el hígado tiene tal mala prensa, se lo cocina en exceso y así queda feo, bien jugoso, es un corte exquisito.
Por último, se pueden agregar dos huevos. El calor los cocinara enseguida, así que sólo hay que revolver un poco. En este momento, se puede agregar perejil recién cortado, que le da un sabor especial. En cuanto los huevos cambian de color y textura, ya está listo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario